24 de agosto de 2010

BUSCANDO



Tan pocos dias y a mi me parece que ha pasado una eternidad. Desapareciste asi, de un dia para otro.

Antier, pense que te encontrarìa debajo de los adoquines de mi antiguo barrio, conte cada uno, caminando cabizbaja, no estabas.
Lleguè donde el agua surgìa, me sentè en la orilla y me quitè los zapatos, sumergì mis pies, deseando que aparecieras entre ellos. Nada.
Regresè al camino, siguiendo mi conteo, cuando frente a mis ojos apareciò un poster gigante de Carmen. Como sabràs, mi corazòn se puso loco y me obligò a entrar a la tiendita de discos clàsicos.
Allì fingì interès en lo que estaba en los estantes, levantando cada cosa, buscandote minuciosamente. Sintiendo que cada uno de los tìtulos y la mùsica de fondo me acercaba mas a ti.
Tuve que salir, el encargado me veia como si estuviera loca.

Ayer te busquè de nuevo, sobre la gran avenida. Iba manejando tan lentamente mi auto que lleguè a escuchar el murmullo de los claxons.
Asomandome en cada lugar, tratando de reconocerte. Desistì al llegar a la avenida pequeña, di la vuelta a la derecha y me encontrè con la gran plaza.
Mi antiguamente congelado corazòn, se agitaba rapidamente, casi doliendome. Me estacionè y salì corriendo con la esperanza de encontrarte. Di la vuelta al ruedo, husmeando detràs de las rejas, a un lado de las estatuas de personajes ilustres, no te vi, pero supe que ahi estabas. Regresè y tomè mi camino.

Hoy salì a hacer mi vida, con la leve consigna de escudriñar el camino en tu bùsqueda. Ahi en la avenida arbolada me detuve, justo donde estan las pastelerias. Ese aroma a panecillo de vainilla me recordò lo bien que me haces sentir. Crucè la calle y seguì el camino escoltado por àrboles. Ahi entre ellos, recordè que el arbol del hombre lobo, seguramente, ahi podrìas estar.
Me parè debajo del àrbol, y sentì que un escalofrìo recorria mi piel. Te sentì tan cerca, que no necesitè verte.

Esta noche cuando empecè a sentirme sola, encendì la radio, y ahi estabas!!! te escuche entre las voces de la canciòn de la señora Montiel. Entonces, me di cuenta que aunque no te pueda escuchar o ver, que aunque desaparezcas, siempre estaràs, acompañandome, siempre presente, siempre a mi lado, hasta el final de los tiempos, hasta el final de mi tiempo.

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