6 de febrero de 2010

CRÒNICA DE UN DIA DE FURIA


Èste sàbado despertè tempranisimo, tenìa que dar una de mis famosas càtedras de diseño 3d a las ocho de la madrugada. Sali con buen tiempo, con un cafè para el camino y con la promesa de un sàbado muy divertido.

A las 11 termine mi clase, asì que, despuès de despedirme de mis alumnos y de saludar a un viejo conocido salì de la escuela para recoger mi coche.
Era muy temprano como para llegar a la casa de mi amiga Malù, quien me habia invitado a una deliciosa comida. Asì que pensè regresar a casa a ponerme guapota y de ahi salir hacia la casa de la werita.

El camino a casa estuvo tranquilo, hasta llegar a la avenida conocida como Oceanìa, que dias anteriores hizo honor a su nombre llenandose de aguas (negras). "Mientras avance el transito no habra problema", pensè.
Pero la gran sorpresa fuè que no avanzaba ni un centimetro. Yo, inocente como otros automovilistas, permanecì con mi auto encendido, albergando la esperanza de que avanzaria pronto. Asì que mientras pasaba eso me puse a mandar mensajitos de cel a todos los que se me ocurrian.

Pasò media hora, pasò una hora, hora y media y nada de avanzar. La desesperaciòn de estar varado se mezclaba con el calor horrible del medio dia haciendo que todos nos sintieramos malhumorados.
En eso escuche que los adorables colonos de Valle de Aragòn habian cerrado la avenida para pedir una "respuesta" a sus peticiones, las cuales incluian el desasolve del agua que inundò sus viviendas (peticion comprensible) y la exigencia de un bono con mucho dinero para que pudieran comprar las cosas que el agua se llevò.
Esto me pareciò un disparate, ya que la inundacion no es culpa de el gobierno, es culpa de que esa colonia es un asco y no limpian las calles, obvio todo se va al drenaje, en parte eso ocasiono el desastre. Ah pero eso si, se atreven a exigir dinero para sustituir sus electrodomèsticos, que seguro muchos tenian años en uso y estaban a punto de jubilarse, y bueno de paso aprovechar a papi gobierno para que auspicie una buena pantalla LCD ultra plana, "pa`ver bien chidos los partidos del amèrica".

Mientras yo, acompañada de filas interminables de autos, decidi bajar a explorar la situacion, dejando a mi principe a media avenida. De regreso de la tienda y con mi coca helada en la mano ahi estaban dos mugres polis auxiliares tratando de calmar una oleada de automovilistas furiosos y acalorados.
"Pos no podemos meternos con los colonos, son re pelioneros, y pos que tal si traen armas" asì se justificaron y acto seguido, se fueron entre gritos y mentadas.

Ni modo a esperar. Regrese a mi prìncipe, lo movì lo mas cerca de la sombrita y me quede un rato afuera socializando. Primero me encontre a un amigo que hace años no veia, despues del abrazo sudoroso nos pusimos al tanto en noticias y chismes. La plàtica termino porque el tenia su carro unos dos kilometros atras del mio y le entro la angustia por regresar.

Despues hice plàtica con unos taxistas rojillos, quienes me decian que la gente estaba en su derecho y el gobierno apestaba, bla, bla, bla. A palabras infecciosas, oidos penicilinicos, asì que me despedì y con una sombrilla, un par de palestinas y una chamarra arme un refugio fresco en la parte trasera de mi auto. Para esto yo llevaba ya dos horas atrapada. Me acomodè y me duermì.
Hora y media despues me despertò una voz: "señorita por favor despierte, mueva su unida pa donde le indiquemos, que los compañeros van a pasar a desalojar a los ciudadanos colonos".
Obedeciendo las ordenes del fino oficial seguì la infinita caravana de autos desviados hacia la nada. En serio solo nos hicieron desfilar por todo Aragòn para que al cabo de 2 horas mas de trafico, sol y vueltas llegaramos ¡al mismo punto donde iniciamos!. Obvio mi paciencia estaba en los suelos, mi hermoso color verde nunca me asoleo se tornò cafesoso camaròn y Bloc party me preguntaba con gritos "Are you happy for a miracle?", callense grite, asustando al compa de a lado y apague la musica.

Cuando por fin logre regresar a mi ruta resultò que habia perdido mas de 5 horas de mi vida, un tanque de gasolina y lo peor, una invitaciòn a probar la paella mas deliciosa.

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