30 de enero de 2010

Veintitantos y sigo siendo una niña

Dicen que recordar es vivir. Para mi recordar es bonito, pero vivir aplica para el tiempo presente.
Aùn asì me gusta recordar momentos, porque gracias a ellos soy lo que hoy soy.

El viernes por la mañana, una vibra extraña e insistente me pidiò ir a uno de los parques que me vieron crecer.
El lugar es el parque Alexander Pushkin, en la vieja pero siempre amada por mì, colonia Roma. Esa colonia que me viò crecer y que por azares del destino siempre me llama. Es mas diario paso por la acera, lo observo de reojito, pero por falta de tiempo no habia tenido oportunidad de visitarlo.

Ahì estaba, yo con mis casi 29 años caminando enmedio del parque, en la zona de juegos. Es increible que permanezca intacto, tan viejo, con los mismos àrboles que tiran tantas hojas en otoño.
Me dirigì a un juego, de esos simples, pero muy comunes en los parques: los famosas torres. Simples cilindros de concreto, que en sus buenos tiempos estaban pintados de colores, y hoy lucen descarapelados.
Mi corazòn brincò y empezo a latir muy ràpido tan solo de recordar que eran mi juego favorito, y los veia tan grandes y peligrosos, que nunca lleguè al cilindro central, el màs grande, me daba miedo caerme y que nadie estuviera cerca de mi para ayudarme.

Decidì que era tiempo de vencer el miedo y llegar a la cima, total con mi 1.65 de estatura y mis piernas largas podìa llegar facilmente. Al dar el primer paso, mis ojos se pusieron como los de Remi, llenos de agua. Asì seguì hasta llegar a mi meta. Cuando lleguè, levantè mis brazos (al estilo de Rocky Balboa) y despuès me sentè. Como lo predije, una lagrimita se saliò de mi ojo derecho, en ese momento juro que pude ver mi esencia corriendo, trepando, sin mayores complicaciones, con mi ropa de colores y mis caramelos en la bolsa, sonriendo y despuès de jugar, refrescandome con el agua de la fuente.

Es bueno recordar esos momentos, me hacen sentir que a pesar que he crecido, conservo mi espìritu, ese que me hace sonreir a toda hora, pisar los montes de hojas secas, despreocuparme cuando estoy preocupada, contar chistes bobos y reirme como tonta, abrazar a la gente y darles un beso sabor caramelo rojo, el mismo espìritu de esa niña Kati que nunca desaparecerà.

*Despuès de ese momento de telenovela, tuve que salir corriendo porque el parque estaba muy abandonado y me diò yuyis!!!

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