10 de junio de 2010

Entre papel y escarabajos


Hoy amanecì infeliz. Con tanto en la cabeza y a la vez nada, de mala gana me levantè de la cama. En esas estaba cuando mi celular sonò (despues de no haber sonado durante varios dias), lo busquè en el fondo de mi bolsa, esperando con mi corazòn saltando que fuera mi persona especial. Bah!! solo era mi jefa: Kati, hoy no vengas a trabajar. Fingì mi mejor sonrisa, y aun asì seguì con mi dia.


Por la tarde, en plena hora de calor, la escena en casa era aburridisima. Yo, sentada en cualquier rincon, con la compu en mano y escudrinando la internet. Bien Emo.

Asì que con la misma determinacion emo decidì salirme al caòtico centro, hacer algo que nunca hago y olvidar mi "infelicidad".

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Llegue al centro, acalorada y sedienta. Ahi perdida en el mundo de gente que hay en Madero y mientras tomaba algo intentaba decidir que hacer. Ir al mixup, no, ni tenìa ganas de mùsica. Una libreria de viejo, no, ni tenia ganas de estornudar mientras veia libros amarillentos. Tienda de diseño, no, estaba cansada de ver eso. Asì que caminando y entre la turba iracunda que intentaba salir en un programa de tv y hacer sus dominaditas de balòn, vi el letrero de librerìa Gandhi. Tomando en cuenta que este señor era toda paz y quietud, no dude en entrar. El lugar me evocaba tranquilidad.

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Entrè a la librerìa esperando ver todo tan blanco, tan ordenado, tan..."aaaaaaaaah!!!" fuè lo que exclamè al ver un lugar lleno de libros (obvio). No supe por donde empezar. Tan olvidado tengo la lectura, que no supe ni que me gusta. Asì que recorriendo pasillos y viendo quiza encontrarìa algo. Rilke, Murakami, Auden, Garcia Màrquez, Benedetti, todos me atacaban y me gritaban "llevame, llevame".

Por un momento me quedè petrificada en un pasillo. Un jovencito buen mozo y con pinta de intelectual, o sea flaco, greñudito y con lentes cuadrados, me preguntò si necesitaba ayuda. Le dije que no, solo estaba viendo, el insistiò en recomendarme un par de tìtulos de filosofia, yo le decia que gracias, pero no!!. Me di cuenta que el tipo no era empleado, asì que como buena capitalina desconfiè de el le di de nuevo las gracias y me alejè. En estos dias una ya no se puede dar el lujo de hacerle la plàtica a cualquiera, todos son delincuentes en potencia. Bah, que exagerada, pero solo fui a la libreria por libros, no a ligar. En otra ocasion serà.

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Di vueltas y vi los estratosfèricos precios de los libros de diseño, solo les pude decir que me esperaran un poco. Seguì buscando y se me atravesaron los Beatles. Como siempre saliendo al rescate, a pesar de que ni me gustan. Ahì estaban con sus caritas sonrientes y coloreadas, pidiendome que los llevara. Tomè el libro, leì la contraportada y vì que eran cuentos. Para justificar mi compra pensè "esto le gustarà mucho a mi hermana", la verdad es que el libraco me intereso mucho.

Segui deambulando por los pasillos y llegue a la seccion homenaje altar de literatura japonesa, obviamente comandada, o mas bien dominada por Murakami. El es bueno, me gusta pero no lo quiero por el momento, asì que busquè minuciosamente entre libros y encontre una novelita de amor japones, con asesinatos, computadoras y mùsica. Sin pensarlo la tomè y me dirigì a pagar mi seleccion.

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Son $300, queee???, bueno no fuè tanto, pero hace mucho que no compraba libros. Seguro con esos trecientos pesos no iba a poder comprar otra cosa, asì que me consolè y tome orgullosa mi bolsita, pensando en la buena selecciòn que habia hecho y meditando que las palabras son la soluciòn a muchas cosas y esperando que esos miles de palabras que adquirì me regalen ànimo y sonrisas.

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