12 de enero de 2010

ALAS DE MOSCA


Todos admiran a las mariposas. No lo niego, son bellas, tienen formas esplèndidas y sus colores son hipnotizantes. Pero tienen un problema, son sumamente delicadas, si las tocas de una forma inadecuada, sus alas se convierten en polvo y ellas quedan sumamente heridas.
Por eso cuando fuì a la boutique de alas y la encargada me preguntò que buscaba, de inmediato respondì:

-Lo que sea menos de mariposa-.
_________________________________

Recorrì cada vitrina del local buscando mis alas, detràs de mì iba la señorita sacando las que podrìan quedarme. En ocasiones me las ponìa, para ver como lucìan en mì. Probè las de colibrì(demasiado ràpidas), las de abeja(no me gusto la forma), las de libèlula(demasiado pretenciosas) y finalmente las de paloma (un No rotundo).

Mi cara que al empezar la bùsqueda era de emociòn pronto se transformò en una de desilusiòn. Creo que me veia tan triste que conmovi a la señorita, quien con una mueca compasiva me sugiriò abrir la bodega para mì, pero me advirtiò: "puede ser repulsivo para usted, asì que no se haga ilusiones".

Con todo y la advertencia accedì a ver lo que habia en esa bodega. Tal vez ahi estaba lo que yo buscaba.
__________________________________

Entramos a un cuarto polvoso y oscuro, cuando la encargada encendiò la luz escuchè su voz tìmida que me decìa:
-no se preocupe, podemos salir cuando usted diga-.
No terminaba de decir eso cuando yo me avalancè sobre las viejas vitrinas que guardaban preciosas alas.

-Son alas de mosca, la gente las encuentra repulsivas, por eso no las tenemos en exhibiciòn-, dijo la encargada, mientras yo apenas pude escucharla, ya que estaba maravillada por lo que veia y apenas podìa articular una respuesta.

Tan absorta estaba, que lo ùnico que escuchaba con claridad era mi conciencia, que ese dia tomò prestada la voz del biòlogo Roberto Rojo, quien a partir de ese momento fungiò como mi guìa.

Mientras yo emocionada empezaba a probarme el contenido de cada vitrina, la vocecilla me iba diciendo lo que pensaba:

-Alas de Musca domestica Linnaeus: muy comunes, consideradas una plaga, no!!-.

-Alas de Sarcophagidae: es la mosca de la carne, quizà te impresionen sus colores, son bellos, pero acuèrdate que eres vegetariana, no!!-.

-Alas de Calliphoridae: Perfectas, moscas panteoneras, esas no son para tì, son para mì, pide que las envuelvan para llevar-.

Y asì pasaron muchas especies de alas, cada una tenia un pero, no habia la ideal para mi. Me puse triste y a la vez me enfurecì con mi conciencia. No dejaba de opinar.
Me sentè a meditar un rato, cuando apareciò de nuevo la encargada con una caja de cristal gris, la cual abriò en mi presencia. Ahì estaban, unas flamantes alas transparentes, alargadas y brillantes.
-Definitivamente son para mì- dije emocionada.

No tardò mucho en aparecer mi "Roja" conciencia.
-Son alas de Ephemeroptera Efímera, conocida como mosca efìmera. Definitivamente son para tì- dijo igual de emocionado que yo.

-¿Porque?- le preguntè esperando su sabia respuesta.

No me desilusionò, me dijo:
-tiene mucho en comùn contigo, no pierde el tiempo con pequeñeces, dedica su dia a la bùsqueda del amor, sin pensar en nada màs, para ella el futuro no existe, solo el presente. Una vez que encuentre lo que busca sabrà que puede morir en paz,y eso debe ser pronto, tomando en cuenta que su vida solo marca 24 horas-.

-Las quiero- le dije a la señorita que estaba estupefacta, ya que no creia lo que escuchaba.

En ese momento mi conciencia tuvo la grandiosa idea de hacerme dudar:
-Segura que las quieres, toma en cuenta su duraciòn.Pueden ser hermosas, pueden ser fashion, pero solo las tendràs 24 horas-.

-Aun asì las quiero,definitivamente son mias- dije con una expresiòn de enojo.

-Està bien como quieras, total es tu dinero. Por cierto no olvides pagar tambièn las panteoneras, ese serà mi pago por quitarme el tiempo- dijo con una voz traviesa y a la vez triunfante por haber conseguido sus preciadas alas.
______________________________________

Asì me dirigì hacia el mostrador, donde la señorita envolvìa cuidadosamente las alas de mosca panteonera. Mientras, yo me ponia las mìas, ¿para que perder tiempo?, entre mas ràpido les diera uso serìa mejor. La señorita me entregò la cuenta, yo saquè mi tarjeta y paguè.
En ese momento cuando ya me retiraba con mis alas puestas y un envoltorio en la mano me detuvo estrepitosamente:
-Espere, tengo que activar el cronòmetro, eso debe hacerse una vez puestas las alas, asì funcionan-.Metiò la mano entre ellas y encendiò un diminuto reloj que comenzò una cuenta regresiva.

Sin perder tiempo salì volando de la boutique, disfrutando del paisaje desde las alturas, con el viento helado sobre mi cara.
A mi lado mi conciencia iba revoloteando feliz, pero se detuvo un momento a preguntarme:
-oye, ¿que haràs mañana cuando cumplan su ciclo? acuèrdate que no puedes alterar la naturaleza-.

-No sè- respondì, no me interesa el futuro, por el momento solo tengo clara una cosa: lo ùnico que me importa es el amor.
____________________________________

*Hoy regresè a la tienda, para preguntar si habia mas alas efìmeras en existencia. La amable señorita me dijo que habia muchas, y que podìa encargar màs. Asì que esta noche cuando sean las 12 en punto, me pondrè otras y encenderè el cronòmetro. Asì empezarè mi dìa como si fuera el ùltimo de mi vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Había una vez… un Ogro que estaba enamorado de las moscas (de una en particular). El era un salvaje, cuentan que le gustaba “cortarle” las alas a las moscas (a una en particular). El dentro de su corazón egoísta y perforado por las termitas del bosque, estaba convencido que esa era la única manera de retener a las moscas (a una en particular). Para el resto de los seres que habitaban el bosque, eso era un acto cobarde y ruin, pero para este ser mitológico, no era más que el acto más amoroso que podía existir entre él y sus moscas (una en particular).

Las moscas no estaban muy de acuerdo con este acto salvaje, ellas querían, ellas preferían su libertad. Sin embargo, “una en particular”, se sentía feliz con esta idea, después de todo, ella conocía la existencia de una boutique donde se podían comprar alas tornasoles de repuesto, muy útiles para cuando se desea emprender un nuevo vuelo.

Parece ser que el Ogro usando su verborrea y su apestoso encanto, logró convencer a las moscas (a una en particular), de que después de todo, cortarles las alas no era una salvajada ni algo cruel, sino una manera burda y salvaje si se quiere, de decir: “quédate aquí, eres mi mosca y por el momento, no necesitas alas para volar”.

Atte. El Ogro Anónimo de Siempre (para mayores señas, mi nombre empieza con “S” y no precisamente soy Shrek).